martes, 18 de diciembre de 2012

William F. Waylong






















CAPITULO FINAL 



La operación “Viaje a las estrellas” ha resultado ser más grande y terrible de lo esperado. Comenzaba a preguntarme porqué habían hombres de Tricell buscándome en el aeropuerto si se supone que yo no había delatado mi paradero, y es que he descubierto que durante mi permanencia en la brigada roja, oficiales del alto mando me implantaron una suerte de chip GPS en mi nuca…

¡Cerdos!

 He llegado finalmente al complejo médico donde según mis averiguaciones mantienen cautivo a Leon Scott Kennedy. Tienen una férrea guardia vigilando la entrada, pero no cuentan con que sé de un oculto pasadizo subterráneo que me deja ni más ni menos que en el interior de una enorme despensa de comida. Felizmente he sorteado de buena forma la mirada atenta de los guardias armados así que he podido entrar en el lugar y llegar hasta la despensa de comida sin ningún problema.

Hace hambre… antes de continuar abro una lata de frijoles y me la devoro lo más rápido que puedo,… el tiempo apremia y debo rescatar a Leon lo antes posible. Con mucha cautela abro la puerta de la despensa y hecho una ojeada al pasillo, no hay nadie… tal parece que la divina providencia está de mi lado. Debo apresurarme… los cerdos de Tricell deben estar monitoreando el chip implantado en mi nuca y quizás no tarden en dar aviso.

De pronto sucede…

Me han descubierto…

Un hombre de bata blanca me mira sorprendido desde un extremo del pasillo. Se acaba el juego. Lentamente levanto mis manos en señal de rendición y aquel hombre sonríe… yo solo le devuelvo la sonrisa…








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Leon Scott Kennedy es escoltado por un guardia y un médico de aquel lugar hasta la celda del joven William F. Waylong. Abren los cerrojos de seguridad y la puerta se abre para que Leon pueda entrar y charlar con él un par de minutos. El lugar es frío y William permanece en camisa de fuerza sentado en un rincón de su celda acolchada.

-Gracias.- le dice Leon al guardia de la puerta una vez que ha entrado en la celda. Posteriormente se acerca un par de pasos a William.- Hola… ¿sabes quien soy, no es así?

-Leon….- susurró William en voz baja.- lo lamento… lo lamento mucho, yo… lo he arruinado todo…

-Está bien, William. Ya no te preocupes por nada.

-Es que… lo he echado todo a perder. Vine a rescatarte y ahora… ahora nos matarán a ambos…- dijo y comenzó a llorar amargamente.

-Eso no sucederá.- contestó Leon con firmeza.- Vine a decirte que estés tranquilo. Tu vida no corre peligro, ni la mía… ¿comprendes? No vuelvas a hurgarte la nuca, no existe tal chip…

-¿Cómo dices…?

-El Dr. Grant me dijo que te hiciste daño en la parte posterior de tu cabeza, escarbabas con tus manos para arrancarte un supuesto chip, te hiciste una fea herida y brotó mucha sangre. No vuelvas a hacerlo, ¿está claro?

-Está bien….- contestó William bajando su triste mirada hacia el suelo.
-Así me gusta.- dijo Leon.- Mira, si te portas bien puedo hablar con el Dr. Grant para que ya no uses camisa de fuerza y puedas luego ir a la sala de TV, ¿te gusta ver TV?, ¿Cuál es tu programa favorito?

-Oh sí, me encanta ver TV, mi programa favorito es “Viaje a las estrellas”… por favor dile al Dr. Grant que me deje ver TV.

-Bueno, solo si te portas bien…- contestó Leon en un tono casi paternal.- Bien, William, debo irme ya. Pronto vendré a visitarte y por favor descuida… yo estoy a salvo y tú también lo estas. Solo obedece las indicaciones del Dr. Grant. ¿Bien?

-Está bien, Leon…- contestó William.

  Leon S. Kennedy abandona la celda y William F. Waylong se queda pensativo unos instantes, luego vuelve a ordenar sus ideas y piensa:”Pobre, Leon…. Está siendo chantajeado de alguna manera y viene a decirme mentiras para intentar calmarme”. “Pero no importa, pronto volveré a escapar y lo rescataré… Tricell no se saldrá con la suya”. Luego vuelve a depositar su mirada en la nada misma que ofrece una blanca pared acolchada.

Afuera Leon abandona el sanatorio mental en compañía del Dr. Grant.

-Ya es tercera vez que William se escapa y regresa con la misma historia… de que tú te encuentras aquí y debe rescatarte.- comenta Grant.- Siempre vuelve y es sorprendido por algún enfermero en los pasillos… es por ello que esta vez te hemos llamado y te pedimos que hablaras con él, ¿Qué te ha parecido?

-Me ha dado un poco de pena, es un muchacho bastante joven. Espero que su desorden mental no se agrave.- contesta Leon.- Tras el incidente del aeropuerto quizás luego venga un delirio más peligroso.

-Lo tendremos bajo observación un par de meses. Sus alucinaciones ya han ido desapareciendo menos mal.

-Bien…- contesta Leon.- Por favor, trátelo bien.


Falta poco para navidad y William F. Waylong la pasará en una celda acolchada







F  I  N





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El diario de Leon S. Kennedy by Marcelo Carter is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Unported License.

jueves, 13 de diciembre de 2012

William F. Waylong

















Capitulo 2


Hace mucho frío. Falta poco para navidad y la gente se apresura en hacer los viajes necesarios. El aeropuerto se encuentra abarrotado de gente, demasiada gente… mucha más de la esperada y eso obstaculiza en demasía la misión. Mi contacto del bajo mundo (aquel con el que me entrevisté en el callejón Parknight) me entregó mucha información útil; Más detalles de la operación “Viaje a las estrellas”, fechas, nombres, y lo más importante… la hora y el lugar del primer atentado, y aquí me encuentro en el aeropuerto de la ciudad con la misión de evitar un pandemonium.

Me encontraba en un café ubicado en el segundo piso del aeropuerto, bajo mis pies estaba el control de pasaporte. Según mi contacto del bajo mundo el bío-terrorista presentaba rasgos asiáticos y llevaría una mochila color violeta, tarea nada fácil considerando el volumen de gente en el aeropuerto. Iba ya por mi 3er café cuando lo ví… en un comienzo dudé bastante pues llevaba unos anteojos oscuros y sus rasgos eran difíciles de detectar, sin embargo en un descuido se los quitó y miró a su alrededor…. Casi podía leer la palabra “muerte” en su cabeza. Juraría que el sujeto se me quedó observando fijamente, pero eso no lo podría aseverar. Luego simplemente volvió a ponerse sus anteojos y continuó su camino. Salté de mi asiento sin mucho disimulo y comencé a seguirle intentando no perder su rastro. Por razones de seguridad llevaba mi revolver en un compartimiento de una de mis botas… me preguntaba cuánto tardaría en agacharme para desenfundarla en caso de que algo saliera mal.

Le seguí con prisa por un largo sector del aeropuerto lleno de puestos de comida y pude notar que unos cuantos hombres me seguían también a mí a cierta distancia, “genial”, pensé… “Meredith y Thomasson han enviado apoyo”. Aquel tipo se detuvo en un teléfono público… depositó la mochila en el suelo y se dispuso a sacar unas monedas del bolsillo de su pantalón. ¿”Qué haría Leon en esta situación?” pensé, si me acercaba de una forma descuidad aquel sujeto podría reaccionar de muy mala manera y varias personas del aeropuerto podrían salir heridas, debía conducirlo a un lugar un poco menos concurrido para poder reducirle con éxito.

-Oiga, necesito cooperación…- le dije a un monitor de seguridad de aquel aeropuerto que pasó cerca mío.- ¿Ve a ese hombre de rasgos orientales? Es un peligroso terrorista y debo arrestarle, pero no aquí pues hay mucha gente y sería peligroso… ¿entiende?

 El joven agente de seguridad me miró de arriba abajo.

-No sea idiota.- me contestó secamente.

-Escúchame, estoy trabajando para agentes del FBI, ¿acaso crees que es una maldita broma de cámara escondida?- pregunté iracundo.

-Cierre la boca sino quiere que lo detenga por molestar al personal de seguridad.

 Sorprendido por aquella respuesta retrocedí un par de pasos y luego miré a mi alrededor. Los hombres que momentos antes me seguían se estaban comportando de forma confusa y errática, se mostraban nerviosos y se hacían señas unos a otros… ¿era posible que no fueran en verdad apoyo?, El sujeto asiático me estaba observando fijamente desde el teléfono público,… algo estaba mal en todo esto… la negativa del guardia de seguridad en ayudarme, aquellos hombres que confundí como apoyo del FBI, ese hombre de rasgos asiáticos… ¿acaso era una trampa?, ¿acaso esperaban que me acercara a él para poder acorralarme?...

Oh, por dios, la operación “Viaje a las estrellas” se estaba desarrollando frente a mis narices y me tenía a mí como la siguiente víctima. Desobedeciendo las órdenes llamé desde el teléfono móvil gris a los agentes del FBI, sin embargo fue inútil, no contestaron. Mi integridad estaba en peligro, mi vida corría demasiado riesgo en ese momento así que despavorido corrí hacia la salida, con tan mala suerte que no logré esquivar una mesita de un local de comida rápida y choqué de lleno con ella arrojando todos los platos al suelo. El escándalo fue grande y llamé la atención de casi todo el aeropuerto. Luego me levanté rápidamente y logré huir antes de que varios guardias me bloquearan el paso.

La siguiente hora la pasé escondido en un sector periférico ubicado cerca de la pista de aterrizaje de los aviones. No sabia muy bien adonde ir hasta que de pronto el teléfono color gris comenzó a sonar, eran los oficiales del FBI.

-Hubieron problemas…- dije.- La operación “Viaje a las estrellas” es más grande lo que creí, la he subestimado demasiado…… así es……..  Por poco me agarran. La próxima vez lo haré bien……….. lo sé….. ¡dije que ya lo sé!, muchas cosas dependen de mí, pero no es fácil…………  comprendo.

Frustrado apagué el teléfono móvil y lo guardé en mi chaqueta. “Si tan solo pudiera comunicarme con Leon…” me dije a mi mismo. Tras unos breves minutos emprendí la marcha. Había sido embarcado en un viaje al cual nunca pude negarme, pero nada de eso ya importaba… solo quería salir de esa situación.

Falta muy poco ya para navidad….

Y voy en busca de Leon S. Kennedy… solo él puede ayudarme…




Próximamente CAPITULO FINAL



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domingo, 9 de diciembre de 2012

William F. Waylong



Falta poco para navidad… La compañía Tricell ha iniciado una maquiavélica operación genocida y Leon Scott Kennedy ha sido arrestado.








Mi nombre es William F. Waylong, tengo 24 años de edad y pertenezco a la brigada roja de las fuerzas especiales,… bueno, al menos pertenecía a ella hasta antes de que la conspiración de Tricell se pusiera en marcha. Unos oficiales del FBI (amigos cercanos de Leon) me contactaron durante esta tarde. Interceptaron mi automóvil en la carretera y me obligaron a subir a una camioneta negra. Fue el susto de mi vida… después de lo de Tricell no confiaba absolutamente en nadie.

-¿De qué se trata todo esto?... no creo ser tan importante.- dije una vez a bordo.

-William Waylong. Ex-oficial de las fuerzas especiales… si no nos equivocamos ¿desertaste esta mañana, no es así?

-¿Quiénes son ustedes?- insistí. No tenían apariencia de ser fiscales militares.

-Agentes Thomasson y Meredith del FBI. No te preocupes, chico. Estamos de tu lado. Queremos proponerte un trato.

-Después de lo sucedido con Tricell esta mañana… no deseo formar parte de ningún trato, solo quiero largarme lo más lejos posible… cabezas rodarán, ¿entienden?

-Lo entendemos perfectamente… es por ello que te necesitamos a ti.- me contestó uno de ellos.- Un amigo nuestro, Leon Scott Kennedy ha sido arrestado. Necesitamos de tu ayuda.

  No lo podía creer, el asunto de Tricell era aún más espeluznante de lo que mi mente pudo haber concebido hasta el momento. Estaban desbaratando a todos sus principales enemigos y planeaban un ataque bío-terrorista en los principales aeropuertos del país, soltarían una toxina que se alojaría en los organismos de la gente, cualquier turista, de cualquier color de piel, edad y sexo. Luego ellos viajarían a sus respectivos destinos siendo el principal vehículo de contagio. Leon Scott Kennedy trabajaba en el caso juunto a un reducido grupo de oficiales, tenía unos contactos en el bajo mundo y se habían enterado de la primera fase del plan, pero Tricell ya había hecho su movimiento…habían puesto en marcha la operación “viaje a las estrellas” donde miembros importantes del “bando contrario” caerían uno por uno como fichas de dominó. Leon fue el segundo en ser arrestado y enviado a un oculto calabozo. Los demás miembros fueron muertos mientras intentaban huir. No lo pensé mucho, ni tampoco me hice de rogar. Estaba claro desde un principio que al saber del actual estado de Leon mi respuesta sería positiva.

 Finalmente fui a mi departamento, los federales me habían dado un teléfono móvil color gris por el cual se contactarían conmigo. Mis cosas las había dejado en la base militar por lo que solo debía confiarme de lo que poseía en mi departamento. Fui hasta mi cama, levanté el colchón y allí estaba mi revolver calibre 22 envuelto en una tela oscura. Deseé haberme robado algún miserable chaleco anti-balas de las fuerzas especiales, pero no lo hice, jamás siquiera me robé una maldita bala… ¡estúpido!, yo y mi absurda ética moral. Ahora se venía una guerra en mi contra y yo la recibiría en las más precarias condiciones. Deseé llamar a los agentes Thomasson o Meredith para pedirles equipo, pero me detuve al recordar que me prohibieron estrictamente el intentar comunicarme con ellos… serían ellos los que me llamarían. Era ya cerca de la medianoche cuando aquel teléfono gris comenzó a vibrar en la mesita de centro de mi sala.

-Diga.

-A las doce y media, callejón Parknight. Un sujeto mal vestido te estará esperando… estará esperando a Leon.- me dijo la corrosiva voz tras la linea telefónica, luego de eso… simplemente cortó.

Aún un poco atolondrado por la súbita llamada, fui hasta el baño y me mojé el rostro para espantar cualquier asomo de miedo. Me miré directo al espejo.

-Vamos, Will…- me dije mirándome directo a los ojos.- no te acobardes…. todos te necesitan.

  Me puse una gorra y salí de casa cual policía encubierto que va a reunirse con su contacto. El callejón Parknight quedaba no muy lejos de mi departamento así que me apresuré en llegar. Llegar varios minutos antes a una cita peligrosa es una ventaja, sin embargo, al otro sujeto se le había ocurrido lo mismo… yo había llegado 15 minutos antes y él ya estaba allí. El lugar no estaba muy bien iluminado, a medida que me acercaba solo advertí una figura encorvada que encendía un cigarrillo junto a los vapores de la alcantarilla. Caminé y me detuve hasta quedar a unos 10 metros de distancia… luego pensé: “¿qué se supone que debo hacer ahora?”… Afortunadamente él habló primero.

-¿Dónde está, Leon?- me preguntó.

-No pudo venir, hubieron problemas…- contesté.- yo estoy ocupando su lugar…

 El sujeto me observó por unos segundos y luego exhaló el humo de su cigarrillo.

-Esperaba a Leon…- sentenció.

-Deberás conformarte conmigo… Leon ha sido arrestado. Soy un rostro nuevo…

-Demasiado nuevo…- me dijo.




Falta poco para Navidad….

Y aquí estoy… intentando ser un héroe…




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miércoles, 5 de diciembre de 2012

Página del blog


























Hola, amigos. Bueno ya en la página de facebook di a conocer la dirección de la web de este blog... todos, pero TODOS los créditos habidos y por haber van para mis grandes amigos Danielle Bateman y Adrian Salvatori, quienes hicieron posible este extraño y nuevo lugar:

http://adrianblack03.wix.com/diariodeleon

 Allí habrán cosas más variadas que las que uno podría encontrar en el blog, es un espacio mas por así decirlo "tridimensional". Espero lo visiten y les guste.

Un saludo a todos  :)



lunes, 12 de noviembre de 2012

Afecto





















-Canción favorita… ¿cuál es tu canción favorita?- me preguntó Christine sonriendo.

-Ahh… veamos.- comencé a pensar.- esa está difícil. Me gustan muchas canciones, pero mi favorita… nunca lo he pensado, quizás Purple Rain de Prince.

-Jaja, ¿te gusta Prince? Eso es lindo.

-Lo guardo como una especie de secreto embarazoso…- dije con una sonrisa.- ¿Y tu canción?

-Ah-ah. Espera tu turno, chico guapo. Aún no terminamos.


Había conocido a Christine en el hospital. Ella había tenido un accidente vascular y yo me recuperaba de una lesión bastante fea de una de mis rodillas. Era una chica realmente interesante y atractiva, con una personalidad encantadora. No pasaron muchos días hasta que tras unos correos electrónicos acordamos salir a comer y… finalmente nos encontrábamos allí, en el TRACY’S comiendo sierra ahumada acompañado de un excelente y embriagador vino blanco.

-Sabes, estaba pensando y sin duda esta ha sido una cita interesante,… fuera de lo común.- me dijo de pronto mientras rebanaba un pedazo de pescado.

-Lo dices por la pistola que traigo bajo la chaqueta, ¿no es así?- le pregunté adivinando sus pensamientos.

-Sí… jajaja.- me contestó sin poder aguantar la risa.- es que… me asustan demasiado y no esperaba que bueno… trajeras una.

-De veras lo lamento, Christine. Pero hay cosas que no puedo dejar de hacer, es algo casi automatizado. Supongo que son los años, no lo sé… ¿necesitaré terapia? Jaja.

-Más que terapia… quizás necesitas ya que una chica te diga lo que tienes que hacer…

-Uh, eso está difícil. Seguir las órdenes de una chica no es mi estilo.- contesté sonriendo.

Luego de la cena venía el postre, Christine eso si pidió una menta ya que el pescado no le cayó muy bien. Hasta este punto diría que la química entre ambos era realmente asombrosa, ¿Cómo dos personas podían encariñarse tanto sin siquiera conocerse lo bastante? Supongo que es esa falta de cariño… esa apabullante necesidad que tenemos todos de amar y ser amados, y en mi caso, ya llevaba demasiado tiempo buscando alguien para amar, y Christine, bueno su historia de soledad y desamor era casi tan nutrida como la mía.

-Leon…- me dijo ella de pronto.- te voy a decir algo que jamás he dicho a alguien en mi primera cita, y es que eres un hombre muy interesante. Me gustaría conocerte más a fondo, pero lo que haces… lo que me has contado, pienso que choca demasiado con mi forma de pensar…

-Te entiendo, Christine. Créeme que lo hago. Y yo también quiero que esto funcione y no se desvanezca. Para ello ambos debemos poner de nuestra parte. Mi trabajo para el gobierno es peligroso… lo sé, pero no quiero llegar a los 40 años haciendo lo mismo, no sé si me entiendes. En algún punto eso se tiene que acabar… y espero ser yo quien lo termine y no que sea mi trabajo el que acabe conmigo.

  Christine acarició suavemente mi mano y sintió una enorme necesidad de confesarse.

-Yo estoy dispuesta a dejar  todo de lado para comenzar algo nuevo junto a ti.- me dijo.- No soy precisamente una buena persona, y hay cosas que hago que no están bien, pero te prometo que si me lo pides… lo dejaré de hacer.

-¿Te refieres a tu trabajo de asistente en la farmacéutica?... Christine, yo jamás te pediría que dejaras de…

-No, no me refiero solo a eso…- me interrumpió con un hondo suspiro.- Leon, yo… estoy metida en un problema grave, muy, muy grave. Debo un dinero, se lo debo a un sujeto repugnante e inescrupuloso que desde que me separé de él me ha hecho la vida imposible. Me ha querido arrebatar mi casa, ¡la casa de mi madre! La que ella me heredó antes de morir. Si no pago el dinero, este sujeto me dejará en bancarrota y en la calle, Leon.

-¿Quién es?, dime como se llama.

-No, por favor no interfieras…- me suplicó.- Yo ya le he pagado casi todo, solo me queda menos de la mitad y hoy se acaba todo. Pero para llegar a ello, he debido hacer cosas que no he querido hacer…

-Por Dios, Christine…- le dije acariciando su mano.- ¿Qué es eso que has hecho?

 Ella guardó silencio, no quería contarme. La angustia era más poderosa que todo lo demás.

-Vamos…- le dije con ternura.- seguro puedes contarme. Te aseguro que lo entenderé, y te ayudaré a salir de esto. Si vamos a intentar algo entre los dos debemos tener confianza el uno con el otro….

-Leon, yo…

   No pudo completar la frase, en vez de ello su voz se transformó en un espantoso sonido gutural aletargado, cuyo origen vino desde su garganta. De allí una viscosa extremidad se abrió paso entre hueso, piel y sangre para asomar por su boca. Sus dientes saltaron desparramados sobre la mesa y la sangre salpicó mi rostro. Sus ojos se tornaron completamente blancos antes de salirse de sus cuencas mientras que nariz, frente y boca eran desfigurados por la fuerza imparable de la criatura que se abría paso desde sus entrañas. No oí un solo grito a mí alrededor, pero seguramente habían muchos alaridos de horror provenientes de las demás mesas, de pronto el tiempo se paralizó ante mí y casi no me di ni cuenta cuando mi mano a través de un movimiento involuntario desenfundaba la pistola que tenía bajo mi chaqueta. Temblaba, sudaba y apenas podía respirar, pero mi instinto…, mi instinto ya sabía lo que tenía que hacer. Como un robot saqué mi arma y apunté al cerebro de la cosa que tenía frente a mí. Yo no reaccionaba en lo absoluto, pero mi mano operaba por sí sola… jaló el gatillo 3 veces y el balbuceo infernal de la criatura terminó, luego cayó inerte al suelo. Yo me quedé sentado en la mesa aún varios minutos después de haber dado muerte al monstruo. No supe cuanto rato estuve allí… solo recuerdo que las sirenas de las patrullas en la calle me volvieron a la realidad y cuando me sacaron, el restaurante estaba vacío… todas las mesas absolutamente vacías.

 Pobre Christine, hacía tiempo que robaba muestras del laboratorio farmacéutico donde trabajaba y lo llevaba a personas que pagaban mucho dinero. Alquilaba su cuerpo como transporte y solía tragar ovoides con sustancias verdaderamente peligrosas. Aquella noche iba a recibir una importante suma de dinero, lo suficiente como para no volver a alquilar su cuerpo, lo suficiente como para terminar su deuda con aquel sujeto inescrupuloso, lo suficiente como para poder vivir en paz… una nueva mutación del derivado del virus-X. Ella obviamente nunca supo lo que llevaba en su estómago, hasta que los jugos gástricos y el vino blanco terminaron por corroer el ovoide y en un abrir y cerrar de ojos… su organismo se doblegó ante el huésped maldito.








No lo sé… no sé como dos personas pudieron quererse tanto, sin siquiera haberse conocido lo suficiente.

LEON S. KENNEDY, 02:02  A.M.


jueves, 8 de noviembre de 2012

El panóptico




















SEGUNDA PARTE Y FINAL



 Todo en este lugar apesta, hasta respirar lo hace.

 Llevo ya dos días enfermo producto de un resfriado. El guardia me ha quitado las frazadas y ando desnudo de la cintura para arriba. No he podido dormir casi nada producto del frío… ni tampoco he comido. Los pasos de quien nos vigila a través de la mirilla sobre mi cama cada vez se han hecho menos frecuentes, los volví a sentir hasta hace un rato.

-¡Por favor!- exclamé casi cayéndome de la camilla.- seas quien seas… te pido por favor que me des abrigo… una manta… algo, por favor.

  Los pasos se detuvieron justo frente al orificio sobre mi camilla, como si quien estuviera del otro lado hubiese querido pensarlo durante unos segundos, pero luego simplemente me ignoró y continuó alejándose. Allí me quedé, acurrucado en un rincón junto a una fría pared de cemento de mi celda. De pronto vino el acabose… pasaron varios minutos, luego justo sobre mi celda se abrió una compuerta y dejó asomar un enorme boquete del cual cayó un enorme chorro de agua helada. Quedé completamente empapado al igual que mi colchoneta, paredes y todo el piso alrededor. “¿Qué clase de castigo enfermo es este?”, pensé totalmente abatido y sumido en el más grande de los desconsuelos. Mi situación era aterradora…, me encontraba, enfermo, hambriento y con insomnio y por si fuera poco además debía lidiar con la humedad total de mi celda.

  Unos gritos me despertaron. Había logrado conciliar el sueño, pero los gritos de unos niños me volvieron a la realidad, luego le siguió el sonido del agua cayendo al suelo en distintas celdas alrededor de la mía. Cada chorro que golpeaba el suelo era acompañado por el aterrador alarido de infantes, niños apenas cuya edad no podía comprobar. Supuse que yacían desnudos en las mismas precarias condiciones que las mías y eran torturados de la misma forma con el agua helada.

Por más que lo pensaba, no se me podía ocurrir como alguien pudo construir un lugar tan extraño y siniestro. El hambre me obligó a alejar mi mente de suposiciones tan desalentadoras,… temblando me acerqué a mi colchoneta y con asco volví a masticar más pedazos para ir tragando poco a poco…




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 Desnutrido, golpeado, mojado y sin poder dormir. Realmente verme así fue verdaderamente terrible y esta extraña pesadilla me sigue asombrando hasta el día de hoy… es por ello que la he apuntado aquí en mi diario. ¿Cómo y porqué fue que llegué a un lugar así de extraño?, ¿porqué alguien tendría niños encerrados allí?

Jamás lo supe y jamás lo sabré… así son los sueños, indescifrables.









LEON S. KENNEDY 00:21 A.M.


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viernes, 2 de noviembre de 2012

El panóptico




Mi cuerpo duele… apenas y puedo respirar…

Cada inhalación produce una insoportable dolencia en mi pecho… y cada exhalación un sufrimiento aún peor…

Todos los días un guardia enmascarado saca a un prisionero de su cuarto y lo lleva a un frío patio de concreto donde le aporrea hasta el cansancio, y hoy fue mi turno. Por una estúpida razón creía que jamás me tocaría a mí, pero este lugar se ha encargado de derribar cualquier idea esperanzadora. Me encontraba débil y sediento en la camilla de mi miserable cuarto, arropado hasta las orejas tratando de aliviar de cualquier forma la fiebre provocada por la fatiga… cuando de pronto los cerrojos se abrieron y entró él… la enorme mole que tenemos por guardia. Demasiado débil como para defenderme no hice más que aferrarme a la sucia colchoneta, pero fue inútil… él no tuvo problemas para arrastrarme de una pierna hasta afuera del cuarto. Recorrimos los pasillos circulares de esta extraña prisión en un trayecto que se me hizo casi eterno a causa de la indolencia y el silencio que guardaban las demás celdas cerradas, hasta que por fin y tras varios días,… incluso semanas, la luz del día se dejó caer sobre mí. Era un día gris, sin sol en el exterior… pero de igual forma la visión hirió mis ojos.

  Aún semi-aturdido por el trayecto que recorrí siendo arrastrado, intenté ponerme de pié, pero fue inútil… las fuerzas no me acompañaban. El guardia me quitó la sucia camiseta enumerada de la prisión dejando mi cadavérico torso totalmente expuesto y desnudo. No supe cuando fue que los azotes comenzaron, pero cada uno de ellos era como un beso que me daba la muerte… cada golpe lo recibían directamente mis huesos y deseé haber perdido el conocimiento desde el primer segundo, pero hasta eso aquí se me era negado. Luego, tras una eternidad de dolor y sufrimiento, sentí que los golpes cesaron y me quedé en el suelo inerte, apenas respirando pues esto me era terriblemente doloroso…

Finalmente fui nuevamente arrastrado por los pasillos de aquel enigmático infierno hasta mi cuarto, mi sucio, angosto y miserable cuarto… pero en ese instante ese era el único lugar en el que quería estar. El guardia se ha llevado mi frazada y no me ha devuelto mi camiseta, seguramente como una suerte de castigo por algo.

Llevo ya casi media hora intentando tragar pedazos de mi sucia colchoneta… para apalear el hambre. Los dolores en el estómago que vienen después son horribles, pero intento no pensar en eso ahora.

Nuevamente oigo pasos sobre mi cuarto, tengo la sensación de que alguien a través de una mirilla nos observa cuarto por cuarto, siempre se detiene por unos segundos en alguno y luego se aleja… tengo la sensación que me observa por sobre mi camilla, pero aún no puedo identificar el lugar preciso. Esto me ha dado pistas que este lugar es una suerte de panóptico o algo por el estilo…






















Lentamente me incorporo y me siento en la camilla… a mis oídos llega el terrible llanto de un niño, seguramente de una celda cercana a la mía. A veces temo olvidar quien soy, por eso suelo recordármelo a menudo…


 Mi nombre es Leon Scott Kennedy, tengo 35 años de edad… y tengo miedo de morir aquí…



¿Qué es este lugar?




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Participa en el desarrollo de esta historia yendo a la página de facebook:


Allí puedes ayudar a Leon a recuperar su memoria, escribiendo porqué es que se encuentra en un lugar como este.






domingo, 28 de octubre de 2012

La muerte






















CAPITULO FINAL


Ya habían pasado 10 horas desde que el caos se había desatado en la ciudad. La terrible y falsa alarma de que un virus se había propagado llenaba los noticieros e informes de prensa haciendo que la gente temiera por sus vidas y provocaran un colapso sin precedentes. El estado iba a enviar a los militares, pero esto era sinónimo de más personas, por ende mas posibilidades de muertos, y todo eso daba como resultado a más títeres de Spencer Grimm. Aún malherido, salí de mi habitación del hospital y fui por ayuda, en ese momento… la única ayuda a la cual podía acudir.

 Hunter Headen es un extraño caso de bipolaridad y trastorno de personalidad.severo. El FBI tiene 10 páginas sobre él y su caso es digno de ser lo más parecido a Hulk. Un tranquilo e inteligente hombre alberga en su cerebro a un ser enajenado y descomunal que clama por liberación y por sangre. Según los antecedentes, este otro grotesco personaje asesina y bebe sangre humana para no deteriorar los órganos internos de su cuerpo… también podría tratarse de un singular caso de vampirismo, pero mientras Hunter Headen no permita que su sanguinario “otro yo” salga a la superficie, todo en su vida es color rosa.

-Lo lamento, Leon… pero no puedo ayudarte. Tú sabías eso antes de venir acá.- me dijo Headen tras escuchar mis requerimientos.

-Si no eres tú, ¿entonces quien?- pregunté.- Nos hicimos buenos amigos… sé que puedo confiar en ti, pero… por enésima vez en mi vida no sé que hacer, esto realmente me supera…

-Lo sé…- me dijo con amabilidad mientras guardaba ropa en su maleta, pues estaba a punto de marcharse de la ciudad.- Pero si libero a “tu sabes quien”, solo tendrás un espectáculo grotesco y totalmente inútil en estas circunstancias. Necesitas a alguien que sea más que un caso de bipolaridad, ¿comprendes? Ahora dime… ¿esto se trata de un virus nuevo? Al menos eso dicen por TV.

-Si, pero no,… no es un virus. Un sujeto desquiciado controla las células muertas, ¿puedes creerlo? Justo cuando creía que no podíamos ser más idiotas, venimos y creamos nuestra propia pesadilla. Los muertos, tanto animales como personas se están levantando y atacan a los vivos, si estos mueren, pasan a ser parte de aquel ejército…, por cada tipo que muere, se suma uno más a la horda de zombis… lindo, ¿eh?

-Interesante…- me dijo Headen pensativo.- ¿Qué es de aquel sujeto… Adam Raynolds? ¿Aún es una especie de Dios cósmico?

-Raynolds se cambió de nombre hace bastante tiempo, ahora se llama Kevin Grayson…- contesté.- En lo personal no quiero saber nada de ese orate, sería la última persona a la cual acudiría, y ni aún así…

-Pero, este problema es serio… Leon...

-Hunter, olvídalo. Dejemos a Kevin Grayson fuera de esto.- sentencié.

    La cosa se estaba poniendo fea. El tiempo estaba en nuestra contra y la única forma de parar esto era encontrando a Spencer. Aún estaba en la ciudad, pues su habilidad psíquica solo respondía hasta cierta distancia, si se encontraba al otro lado del mundo el desmadre se hubiese detenido. Hunter Headen abandonó la ciudad, así que con Sussman y otro oficial llamado Ferchetti solo pudimos hacer una sola cosa: Llegar hasta Spencer siguiendo los pasos de la vieja escuela. Para ello decidimos comenzar en el origen de todo este problema: Jonás. Gracias al caos en la ciudad no fue gran problema tener acceso a su celda en la cárcel del condado, allí se encontraba escondido como una rata bajo la camilla vistiendo ese pintoresco uniforme naranjo común en todos los reos.

-Hola… ¿nos extrañaste?- le dije a través de los barrotes.

  Sacamos a Jonás arrastrándolo sin mayor consideración de su celda y los llevamos hasta el sector de baños. El tipo no sabía que diántres sucedía y solo gritaba por ayuda. Finalmente lo senté sobre un sucio retrete.

-Escúchame, quiero que quede claro que no me importas en lo absoluto.- le dije.- Pero me vas a decir que fue lo que le dijiste a Spencer allá en el cuartel, si eres listo… hablarás.

-Oh, ya entiendo…- dijo con una singular sonrisa.-todo esto es por el desmadre de ese fenómeno desquiciado…

 Saqué mi arma y presioné el cañón fuerte en su cabeza.

-Si no quieres formar parte de sus títeres, entonces habla… ¿Dónde está Spencer?

-No sé nada, Leon… lo juro.

-¡Respuesta equivocada!- acto seguido golpeé su rostro con el mango de mi arma y fracturé su tabique nasal. Lo cogí de sus ropas y le obligué a agacharse frente al retrete para hundir su rostro en el fondo de toda la porquería y el agua. Luego cuando creí que habían pasado los segundos suficientes… lo saqué rápidamente.

  Su rostro estaba cubierto de excremento, cayó al suelo tosiendo y tomando grandes bocanadas de aire.

-Te lo repito, Jonás… no me importas en lo absoluto. Si no cooperas simplemente te liquido y busco a otro que sea un poco más listo que tú.- le dije y desenfundé mi arma nuevamente, esta vez con decisión.

-Espera, espera…- me dijo mientras botaba agua sucia por la boca.- ese monstruo va a asesinar a su hermano, todo es parte de un plan… solo dame un segundo…

-¿Cuál plan?, maldito miserable.

  En cosa de segundos Jonás nos contó de qué se trataba todo aquello. Jonás y Alexander Grimm colaboraban juntos en una operación criminal. Alexander iba a rescatar a su “socio” en la cárcel aprovechando la confusión por el caos desatado por Spencer, sin embargo… Jonás tenía planeada una segunda jugada y esta era traicionar a Alexander Grimm. Fue por ello que le contó a Spencer sobre su hermano para que este le asesinara una vez reunidos, así Jonás se libraría de Alexander Grimm sin siquiera ensuciarse las manos. 

-Hmmm… una jugada muy viva, ¿no, Jonás?- le comenté mientras a nuestros oídos llegaba el inconfundible sonido de las hélices de un helicóptero.- Utilizar a Spencer para liquidar a tu socio Alexander Grimm… y de paso enviaste esta ciudad al infierno solo por tus entupidos intereses.

-Hey… le dije al grandulón que se cobrara venganza, pero no creí que armaría un embrollo como este.- contestó Jonás mientras el helicóptero ya se escuchaba muy cerca.- de todas formas puedo persuadirlo, ese es el helicóptero de Alexander  que me viene a rescatar… no te preocupes, lo convenceré.

-Tú no irás a ningún lado, rata.- sentencié.

  Dejamos a Jonás atado cómodamente dentro del baño de la prisión y ocupamos su lugar en  el rescate. La escalera fue tendida en la azotea de aquel recinto penal y los hombres de Alexander no supieron a quien rescataban hasta que abordamos el helicóptero y vieron nuestras credenciales. Les obligamos a que nos llevaran donde Alexander tal como si el plan de Jonás hubiese continuado regularmente. Al cabo de unos minutos llegamos a una lujosa instalación, en una de sus habitaciones se encontraba Alexander Grimm esperando por Jonás. Se trataba de un hombre de unos treinta años, cabello rubio vestido elegantemente,… observaba con impaciencia a través de un gran ventanal hacia fuera, sin embargo no esperaba  nuestra presencia.

-Hola, Alexander…- le saludé al entrar en la habitación junto a mis compañeros.- soy Leon S. Kennedy y ellos son Ferchetti y Sussman, ambos oficiales del FBI.

-¿Eh?... ¿Dónde está Jonás?- preguntó confundido.

-Está cómodamente maniatado en prisión, cual debiera de ser. Relájese… no hemos venido a arrestarle, sino a protegerle.

-¿Porqué?, ¿qué diablos sucede?

-Usted no ve los noticieros, ¿eh, Alexander?- le dije acercándome unos cuantos pasos a él.- su hermano Spencer Grimm está furioso, sabe que usted vive, sabe donde se encuentra y en este momento viene para acá a asesinarle…

-¡Demonios!- exclamó.- se suponía que el gobierno no iba a dejar que esto sucediera.

-Lo sé, pero a veces estas cosas pasan… no contábamos con que Jonás le traicionaría y le contaría toda la verdad a Spencer.

-Ese infeliz hijo de perra…

-Bueno, Alexander.- le interrumpí bruscamente.- nos podemos quedar aquí maldiciendo toda la vida o podemos sacarle de aquí, le advierto que será enviado a una corte de justicia…

-Está bien… larguémonos.

    Mas en ese instante una ruidosa explosión sacudió los cimientos de la instalación. A un costado, una pared se derrumbó y de allí emergió la imponente figura de Spencer… en sus manos sostenía un arma.

-Temo que nadie irá a ningún lado…- dijo con su voz reptante.- Alexander, ¡cuánto tiempo! Seguramente has de ser un zombie… como yo, pues supe que estabas muerto…

-Spencer… qué, ¿qué diablos han hecho contigo?- preguntó Alexander aterrado.

-Tan solo me ejecutaron y luego me revivieron, ¿lindo no?... pero basta de sandeces, he venido a salvarte, hermanito.- Acto seguido Spencer apuntó con su arma a un secuaz de Alexander y le asesinó. Al cabo de unos segundos su cadáver se levantó del suelo y se paró junto a Spencer tal como lo haría una mascota entrenada.- ¿Ven?, una vez muertos todos serán tan obedientes y productivos como él…

 Era horrible. Si moríamos en aquel momento ni siquiera podíamos contar con el consuelo de descansar y ya no ser parte de todo esto, sino que además pasaríamos a ser esbirros de Spencer, es decir, ni la muerte podría salvarnos. De pronto una fuerza extraña entró en la habitación y golpeó con violencia a Spencer azotándolo contra uno de los muros dejándolo muy malherido. Pude distinguir una figura femenina aparecer por la improvisada entrada que había hecho Grimm momentos antes, se trataba de Caroline Bateman.

-Hola, no hay tiempo para explicar… vayan al helicóptero ¡rápido!- nos dijo.

  Antes de huir… Spencer sonreía desde el suelo, al pasar junto a él llevó su mano a su garganta y pasó su dedo índice por ella, haciendo el gesto de “morirás”. Luego en el trayecto al helicóptero comprendí que le había ordenado a su legión de cadáveres ir hacia nuestra posición, era cosa de minutos para que aparecieran. Una vez a bordo comencé a pensar en cómo detener todo esto y la única forma era que Spencer lo deseara… miré hacia el edificio y antes de que pudiera siquiera reaccionar, este estalló en mil pedazos en medio de una estruendosa explosión, algo lo había hecho estallar, ¿pero quien…?, ¿Caroline? A los pocos segundos llegó ella al helicóptero y le pregunté sobre la explosión y cómo nos había encontrado.

-Fui por ayuda…- me dijo secamente y me hizo un gesto para que mirara hacia atrás, al asiento trasero que hasta ese instante no me había percatado. Allí vi a un niño de unos 13 años que me costó reconocer, luego… con un escalofrío recorriendo mi espalda supe que se trataba de Joseph, el niño solitario que lleva a cuestas un ángel destructivo.

   Supusimos que Spencer había muerto definitivamente pues la horda de cadáveres se detuvo y todos, absolutamente todos cesaron su avance y cayeron desplomados en el lugar en el que fueron sorprendidos por el deceso de su amo y señor. Alexander Grimm fue llevado a salvo y posteriormente fue encarcelado, pero dudo que reciba sentencia alguna… hay muchos intereses que le protegen. Los verdaderos criminales no pagan, sino que dictan leyes y ordenan experimentos abominables y terribles tal como el proyecto GRIMM. Spencer a las finales solo ha sido un sujeto al cual se le negó su muerte para convertirle en una criatura repugnante., ¿pero que culpa ha tenido él? Hasta por un lado entiendo su soledad y su sed de venganza. Sin embargo hasta el día de hoy ruego para que al fin haya desaparecido de este mundo… y es que tras la explosión en aquel edificio… no pudieron encontrar el cadáver de Spencer.










... y nuevamente Caroline desapareció antes de que pudiera agradecerle...

LEON S. KENNEDY 00:01   A.M.



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sábado, 6 de octubre de 2012

La agonía


Es raro…

Ahora que lo pienso, no deja de extrañarme como los desastres más grandes comienzan a veces con situaciones bastante puntuales y casi anecdóticas. Todo comenzó con un sujeto llamado Jonás.

Jonás estaba en la lista de los más buscados por el FBI. Los chicos de la Casablanca llevaban casi 12 años intentando armar un caso en su contra, pero la tarea resultaba demasiado difícil… evidencia insuficiente, testigos que se negaban a cooperar y muchos que misteriosamente desaparecían, muchas cortinas de humo, cuentas bancarias fantasma, etc. Pero no hizo más que meterse en el campo bacteriológico para que nuestro departamento comenzara también a seguirle la pista. Junto al FBI unimos fuerzas y urdimos un plan que nos proporcionara la suficiente evidencia como para darle la cadena perpetua. De traficar armas, Jonas pasó a vender el suero del “Super-Zombie” a gente de Europa, era cosa de estar en el lugar y momento preciso de alguna transacción para que esta larga historia llegara a su fin y gracias a un doble agente, lo logramos.

  Oaklam es una pobre y  pequeña isla caribeña que llevaba un mes de alerta bacteriológica. Dado sus pocos recursos económicos las autoridades poco y nada podían hacer para solucionar la propagación del virus, el 92% de la población estaba ya infectada, el lugar era un desastre,… era un caos, era el infierno,… era perfecto. La jugada maestra de Jonás era esa: hacer la transacción más importante en un lugar perdido, peligroso y al que nadie nunca querría ir… una isla con el virus propagado. Suerte que nuestro doble agente nos proporcionó esa información varios días antes y pudimos actuar a tiempo. La transacción se había materializado en una sucia bodega ubicada cerca del puerto..

-Dinero fácil, Caroline…- le dijo Jonás a Caroline Bateman mientras observaba a los supuestos compradores irse en una pequeña barcaza hacia el mar abierto.- A este ritmo nos podremos comprar la mitad del mundo en pocas semanas… al vender el suero del Super-zombie estamos vendiendo también inmortalidad.

-Ahora veo que se pueden hacer muchas más cosas en un lugar que se ha salido de desmadre como éste…- replicó Caroline refiriéndose a la isla.- Tenía entendido que poderosos millonarios solían sobrevolar pueblos e islas infectadas para robar niños desamparados, supongo que esto ha de dejar mucho más dinero.

-Más del que imaginas…- contestó Jonas cerrando los maletines.

-¿Sobra algo para mí?- pregunté mientras lentamente salía de mi escondite en la oscuridad. Jonás me miró asombrado.- Pero qué pregunta hago, por supuesto que también alcanza para mí.

-Leon Scott… Kennedy, ¿verdad?- me preguntó de forma pausada.- ¿Es esta una emboscada?

-Temo que sí, buen Jonás. Tus días de gloria han llegado a su fin.- contesté.

  Jonas rápidamente iba a sacar su arma, pero Caroline Bateman siempre va un paso más adelante en todo, bastó solo una fracción de segundo para que ella le apuntara a él con su Mágnum 44 en pleno rostro.

-Ehmm… Caroline, ¿qué diablos se supone que estás haciendo?- preguntó confundido.

-¿Qué no se nota?, te estoy traicionando.

 El rostro de Jonás apenas y movió un solo músculo producto del asombro. Caroline Bateman fue nuestra doble agente.

-Oh,… debí suponerlo… maldita perra estúpida…- maldijo Jonás lleno de frustración.

-Gracias.- replicó Caroline.

-Pero, hay algo que no me explico…- dijo Jonás sopesando la situación.- estamos mirando desde aquí al mar abierto y no hay botes ni barcos, por las calles el pueblo está infestado de zombies, ¿cómo se supone que te abriste paso tú solo para llegar hasta aquí tan fácil?

-Porque… no vine solo.- contesté.
























 Afuera y a 8 cuadras de aquella sucia bodega se encontraba el apoyo policial y militar sobre una azotea de un edificio, desde allí Spencer Grimm podía dar órdenes a los zombies a su antojo mediante su evolucionada proyección mental. Las hordas de infectados se alejaban cada vez más de las calles antes abarrotadas para dar paso a un amplio espacio vacío y solitario.

-Wow… podrías pedirles que vayan por unas pizzas…- dijo de pronto el alto oficial Sussman sorprendido por el espectáculo que se desarrollaba ante él.

-Buena idea, pero no tengo hambre ahora…- contestó Grimm con su cadavérica voz.

   Trasladamos a Jonás de regreso a América aquella misma noche. A nuestra llegada a los EEUU Caroline Bateman sencillamente desapareció. Lamenté mucho no haber podido darle las gracias, es una mujer muy inteligente y hábil, ya anteriormente habíamos colaborado en una operación de rescate. Tiene una fuerza realmente admirable, lamentablemente su personalidad refleja marcadas tendencias suicidas… tenemos archivado su perfil psicológico…

 Jonás fue llevado a un cuartel militar para ser interrogado, necesitábamos sacarle nombres, muchos nombres… el suero del Super-Zombie debía ser erradicado por completo de las organizaciones criminales o no autorizadas… al menos esas eran las órdenes “de arriba”. En aquel punto fue donde cometimos un grave error, un error fatal y realmente terrible…., Spencer Grimm quedó a solas con Jonás por un instante, subestimamos por completo a Jonás.

Spencer Grimm fue un gran amigo mío que por designios del destino y de la vida erró el camino y propició varias matanzas a nivel global, el año pasado fue juzgado por sus crímenes y le dieron la pena de muerte. Su hermano, Alexander Grimm había pactado un silencioso acuerdo con el gobierno para que aplicaran en él el suero del Super-Zombie, bajo el nombre de proyecto GRIMM, una vez que este falleciera. Así sucedió… tras haber permanecido muerto por horas, Spencer Grimm volvió a la vida con el virus progenitor corriendo por sus venas, me ha costado creer que es la misma persona, su piel grisácea, sus ojos muertos, su voz de ultratumba, etc. Todo compensado por una fuerza descomunal y una asombrosa capacidad que tiene para controlar a voluntad a los demás infectados. Mientras Spencer se convertía en una horrible arma que trabajaba para nosotros, su hermano Alexander moría en un trágico accidente aéreo cerca de las Bahamas… y con ello la venganza y el rencor de Spencer para con su hermano llegaba a su fín.

  Sin embargo, esto estaba a punto tomar un dramático giro

-…así que Alexander está vivo….- me dijo Spencer una vez reunidos en una sala de recreación de aquel cuartel.- ¿porqué me lo ocultaste?

-Spencer, yo no te he ocultado nada…- contesté.- solo sabía lo mismo que tú, que tu hermano había muerto en aquel accidente aéreo. Y si me lo preguntas… creo que esa es la verdad. Jonás no es de fiar, te pudo haber dicho eso solo para confundirte…

-No, no me parece…- me contestó con su gruesa y a la vez lánguida voz.- siempre he sentido que él está vivo, ¿sabes?... es una sensación rara, de familia, somos gemelos, los gemelos reconocen ese tipo de cosas…

-Lo sé, Spencer… pero no sé que podemos hacer ahora, quizás reabrir la investigación…- le dije.

-¿Para qué?, ¿para seguir oyendo tus mentiras una y otra vez?- me dijo con un tono de voz que me causó escalofríos.

-Somos amigos, Spencer… tú sabes que no te mentiría. Nunca lo he hecho.

-¿Amigos?, ¿la clase de amigos que permiten que hagan experimentos con tú cadáver?- me preguntó con esa rara voz de ultratumba.

-Trata de entender…- insistí.- Jonás no es de fiar, quizás ha inventado eso de que Alexander está vivo para confundirnos y para provocar precisamente esto.

 Luego de una breve pausa, Spencer Grimm volvió a abrir la boca:

-Hay dos cosas que me molestan en sobremanera…- dijo.- Una de ellas es que el gobierno esté queriendo proteger a Alexander de mí, ya que él ha invertido mucho dinero para sus investigaciones, Por ello inventaron luego lo de su muerte en las Bahamas para que yo me quedara tranquilo. La otra cosa que me molesta… es verte a ti, Leon actuando como si no supieras nada…

  Acto seguido, recibí un golpe en el pecho que casi tritura mis costillas, salí expulsado varios metros hacia atrás. Gracias a la divina providencia unos oficiales justo entraron en el cuarto cuando Spencer iba a darme el golpe de gracia. Sacaron sus armas al instante y abrieron fuego contra la enorme mole, pero Spencer fácilmente desnucó a uno de ellos… luego advirtiendo que iba a perder demasiado tiempo eliminándonos a todos, optó por huir saltando por la ventana de aquel séptimo piso en el que nos encontrábamos.

  Estuve cerca de una semana en recuperación por el golpe en mi pecho. Debía permanecer un mes, pero las circunstancias obligaron a un drástico cambio de planes. Spencer Grimm se encontraba prófugo, todo el servicio de inteligencia y tecnología de punta fueron utilizados para capturarlo, pero los días pasaban y no había resultados. Mi amigo Sussman fue con dos oficiales más del FBI a mi cuarto del hospital para comunicarme una estremecedora noticia.

-Muy bien, Kennedy…no has visto TV por estos días, así que te traje algo para que veas…- me dijo Sussman mientras acomodaba un visor portátil frente a mi para enseñarme una grabación.- Llegó anoche a nuestras dependencias, te advierto que no es nada muy alentador…

  Reprodujo el video y allí se encontraba Spencer, sobre un fondo del cual colgaba una bandera negra. Pésimamente iluminado, evidencia de una grabación amateur, y mirando fijamente a la cámara Spencer dijo estas palabras:

-El gobierno norteamericano recibirá una sopa de su propia medicina… han jugado con la mortalidad e inmortalidad tal como lo haría un niño con un soplador de burbujas. Han jugado a ser dioses por muchos años, ahora entonces… finalmente se enfrentarán a un dios. Recibirán una gran dosis de inmortalidad…

 Terminó por decir con su escalofriante voz de ultratumba. La cinta se acabó.

-¿Cómo es que no se les ocurrió ponerle un chip a Spencer en el cerebro para apagarlo a distancia?- pregunté abatido.

-Poco a poco vamos aprendiendo…- me contestó Sussman.- Por lo pronto necesitamos saber que fue lo último que conversaste con él, ¿qué quiso decir con esta amenaza?

-No tengo la más remota idea.- contesté.- Spencer cree que su hermano gemelo está vivo, y cree también haber sido victima de un elaborado engaño en cual yo también estoy involucrado…, pero juro desconocer si su hermano vive o no.

-Vive…- me dijo Sussman con resignación.- la historia que contó Jonás ha sido ratificada y es así. Algunos agentes del estado sabían, pero era peligroso que Spencer se enterara de ello, es por eso que hicieron el montaje del accidente aéreo en Bahamas…

   Me llevé las manos a la cabeza, a final de cuentas Spencer tenía razón, pero cómo explicarle que yo no tuve jamás algo que ver con esa conspiración de intereses. En ese momento daba lo mismo, la amenaza de Spencer Grimm y su odio para con todos era mucho más preocupante que cualquier otra cosa… mientras debatíamos con los demás oficiales en aquel cuarto del hospital mi mirada involuntariamente se posó sobre el monitor de la TV, un aviso de “EXTRA” parpadeaba en la pantalla mientras la locutora hablaba. No sé porqué me quedé un instante allí observando… imágenes de un contacto en directo desde un lugar familiar de la ciudad, pero no identificaba cual era… luego supe que se trataba del cementerio, había mucha agitación en pantalla y llegaba la policía…

-¡Hey, guarden silencio!- exclamé de pronto y subí el volumen del monitor.

 Fue el comienzo del fin, centenares de cadáveres en el cementerio se abrían paso a través de la tierra y salían a la superficie. La dantesca e infernal imagen se repetía simultáneamente en todos los demás cementerios. Cientos y cientos  de muertos volvían a la vida. Absortos por lo que se desarrollaba en la pantalla de TV, no nos dimos cuenta de los alaridos que se producían en el hospital donde nos encontrábamos… en el subterráneo, más específicamente en la morgue, los cadáveres volvían a la vida para atacar a los vivos. Spencer Grimm no solo tenía poder sobre los infectados con los derivados del virus progenitor… también tenía potestad y dominio sobre toda carne, hueso y entidad biológica muerta que existiese a su alcance. Él era la muerte, él ordenaba a los muertos


 Me levanté de la cama y me acerqué a la ventana, desde allí con los demás oficiales vimos como la ciudad se estaba yendo al infierno….



























Concluye en el siguiente capitulo






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sábado, 8 de septiembre de 2012

La inyección letal




Jamás lo pude entender…

Spencer alguna vez fue un gran sujeto… un hombre de bien, pero en algún punto erró el camino.

La noche antes de su ejecución tuve horribles pesadillas. Un amigo, alguien cercano a mí iba a ser ajusticiado por actos genocidas en Asia. Usé todas mis influencias para intentar evitar aquel desgraciado destino y así salvar al amigo a quien alguna vez quise, pero fue inútil… sus actos depravados e inhumanos ya habían sellado su perdición. Fue condenado a la inyección letal un crudo día de invierno del presente año.

La cámara de ejecución se encontraba poco concurrida, asistieron Sussman y Herb (ambos amigos del FBI) más el director del comité de justicia del estado mayor, quien hacía de testigo de fe. Nos sentamos en primera fila, cuales adolescentes que van a presenciar el estreno del verano al cine. Todo era muy raro para mí… he lidiado con la muerte casi toda mi vida, pero aquella vez me sentía demasiado temeroso y nervioso por lo que iba a suceder. Al cabo de unos minutos entraron unos guardias armados, señal de que el “hombre muerto caminando” había comenzado. Por fin Spencer entró a la habitación blanca tras el otro lado del vidrio, venía esposado y se encontraba extremadamente pálido y en ningún momento levantó la vista.

-Descuida, Leon…- me dijo de pronto Sussman al verme tan afectado.- Todo saldrá bien.

  Spencer fue amarrado a la camilla con forma de cruz y una vez estuvo listo, lo inclinaron en forma vertical para que nos pudiera ver de frente… para decirnos sus últimas palabras. No dijo nada, pero olvidándome de todo protocolo me levanté de la silla y me acerqué al vidrio… los guardias no tardaron en reducirme y me advirtieron que me sentara o me arrestarían. En ese instante Spencer levantó la vista y con sus ojos llenos de lágrimas habló:

-Solo quiero decir… que merezco morir…- dijo con la voz quebrada.- soy culpable de la masacre en Asia, pero pido perdón…. Les pido perdón a todos ellos y a tí, Leon… sobre todo a ti…

  Acto seguido volvieron a bajar la camilla y comenzaron a administrarle el veneno a través de una jeringa en su brazo. Jamás pude entender como Spencer se convirtió en un genocida si lo tenía todo, absolutamente todo…. Era millonario, dueño de varias empresas transnacionales…, nos habíamos hecho amigos hacía ya varios años y compartíamos la misma afición por la literatura… y todo se había arruinado, su ambición por más dinero y más poder le hicieron asociarse con la gente equivocada, a cometer actos equivocados… para cuando se dio cuenta… ya lo estaban ejecutando.

Finalmente y tras 35 minutos desde la primera inyección, Spencer había exhalado por última vez… murió a las 2 de la madrugada de aquel día de invierno. Ahora venía lo peor… lo realmente terrible, lo que me tenía nervioso y preocupado, aquello por lo cual la noche anterior tuve amargas y terribles pesadillas. Sussman se comunicó por móvil y dio luz verde a la operación GRIMM. La sala ya se había desocupado, los guardias se fueron como así también todo el personal de gendarmería y los asistentes de la ejecución. Al cabo de unos minutos entró un nuevo personal médico con escafandras blancas y el símbolo del gobierno de los EEUU en su pecho, nos hicieron un saludo y comenzaron a trabajar en Spencer quien ya a esa altura llevaba 50 minutos clínicamente muerto en la camilla. A través del cristal vimos toda la operación,  hicieron que su corazón comenzara a bombear otra vez gracias a un dispositivo hidráulico artificial mientras toda su sangre era reemplazada por una repugnante sustancia verde que contenía el virus progenitor… el maldito virus progenitor. Gracias a un catéter ese trabajo fue concluido de forma impecable…

-Ya te lo dije, Leon… descuida… todo saldrá bien.- me repitió Sussman al verme tan descompuesto.

Hasta el día de hoy sigo batallando con el infame dilema moral que significa negarle a un hombre el derecho a morir. Spencer ya estaba muerto, ejecutado, fue ajusticiado según la ley de la constitución de los EEUU. Pero a razón de un misterioso y secreto pacto entre el gobierno y el hermano gemelo de Spencer decidieron aplicar en él el macabro proyecto GRIMM. Lo único que sé es que este programa viene de varios años tratando de dar con el anhelado Super-humano, creo que Spencer estuvo involucrado también en dichas investigaciones, patrocinando matanzas a nivel mundial.

  Pasaron 20 minutos y través del cristal vimos las primeras convulsiones manifestarse en el cadáver de Spencer, comenzó a retorcerse hasta que de pronto se levantó de la camilla asfixiado, no podía respirar, estaba completamente morado, sus ojos casi se salieron de sus cuencas… los médicos lo sujetaron para que no se hiciera daño y lo arrojaron al suelo. Spencer abrió la boca y dio un terrible grito de horror…

Se encontraba aterrado de haber vuelto a la vida….


 Pasaron las semanas y Spencer fue llevado a una hermética instalación de seguridad del gobierno, la cual ni siquiera los satélites tienen autorización de monitorear. Allí me enteré de que se había vuelto loco, no podía concebir la idea de haber regresado de la muerte… mató a tres militares y a dos enfermeras con sus propias manos. Pasó la mayor parte del tiempo inconsciente gracias a la extracción de cierta cantidad del líquido verde que corría por sus venas y que contenía el virus progenitor. Al cabo de un mes y medio logró entrar en razón y sus ataques de pánico fueron cada vez más esporádicos. Uno de esos días pude entrevistarme con él, tuve acceso a la instalación de seguridad y me dieron unos minutos para poder charlar con él. Fue un encuentro ingrato, en una oscura sala húmeda y fría, él se encontraba sentado bajo la tenue luz de una lamparilla que reafirmaba de manera asquerosa su piel grisácea, su voz… su voz era cadavérica…

-Leon… ya estoy bien…- me dijo casi susurrando.- estuve muerto, pero volví… trabajaré para el gobierno.

-Es lo que oí.- le contesté.- yo… lamento mucho que esto te sucediera, amigo mío…

-¿Por qué?- me contestó con una sonrisa que dejó ver sus deteriorados dientes amarillos.- He muerto, y he resucitado… soy muy fuerte, ¿sabes?, y cada vez soy más veloz… - en ese punto se puso de pié y pude ver que en su espalda llevaba una especie de mochila pequeña incrustada en su columna.

-Comprendo… -le dije.- te has convertido finalmente en el super-hombre… ¿no es así?

-No, Leon… estás muy equivocado…-me dijo y sus ojos brillaron con una malignidad que difícilmente voy a olvidar.- ellos me han convertido en un Super-Zombie… han experimentado muchas cosas conmigo y entre ellas la de manipular a los infectados, ellos obedecen mis ordenes, Leon… soy su amo y señor…

-Vaya… eso es una muy buena noticia, Spencer… grimm…- contesté con cierto nerviosismo.- eres muy valioso para nosotros.

-Lo sé… lo sé… - repitió con esa voz susurrante y fúnebre.


  Ese fue todo el encuentro con Spencer Grimm. Me despedí y ya no le he vuelto a ver. He oído rumores de que lo pondrán a cargo de una misión en Africa, espero no tener que toparme con él… siento que aquella cosa con la que me entrevisté ya no era mi amigo. Lo último que supe es que lo del Super-Zombie se lo ha tomado muy en serio... y hasta se ha tatuado el rostro.












Desde ayer han vuelto mis pesadillas...

LEON S. KENNEDY, 02:45  A.M.



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